5 libros para leer a Peter Handke

El flamante Nobel tiene una profusa obra en ficción, ensayo y teatro que comenzó a mediados de los 60. Aquí, unas claves para empezar a conocerlo.

Escritor atravesado por las consecuencias de guerras del siglo XX, el austríaco Peter Handke publicó Los avispones, su primera novela, en 1966. Desde entonces, ha desarrollado una profusa obra en ficción, ensayo y teatro; incluso ha dirigido varias películas adaptando sus textos—como por ejemplo, “La mujer zurda”, de 1976—. Su carrera se vio atravesada por una muerte: la de su madre, que se suicidó en 1971. Respondió a la angustia y la tristeza como lo haría un escritor: escribiendo. En ese entonces publicó un texto terriblemente doloroso, Desgracia indeseable.

Handke nunca abandonó su rol de intelectual comprometido y desde su lugar batalló, por ejemplo, contra las intervenciones de la OTAN y Alemania en la guerra de los Balcanes. Incómodo para propios y extraños, a partir de sus posiciones políticas sufrió campañas en contra y debió renunciar al Premio Heine —que se entrega en Dusseldorf— en 2006.

Si bien lleva varios años sin publicar, el premio Nobel vuelve a ponerlo en escena. Proponemos aquí una primera hoja de ruta para reencontrarlo: cinco libros para leer a Peter Handke.

El miedo del arquero al tiro penal, 1970

Novela policial situada en la Alemania de la posguerra. Handke elabora una historia que se acomoda como en cajas chinas. Joseph Bloch, ex arquero de fútbol, asesina a una mujer con la que ha pasado la noche, pero en lugar de esconderse sigue con su vida esperando que en algún momento la policía lo atrape —si es que lo está buscando—. Es un duelo de dos fuerzas, una pulseada psicológica, como las del arquero y el delantero en el momento del penal. La idea de que todo puede ser material de delación aparece con fuerza en una novela kafkiana—Handke es kafkiano por donde se lo mire— donde se ve el ambiente plomizo y monótono que provocaba el control norteamericano sobre la República Federal de Alemania. El libro fue llevado al cine magistralmente por Wim Wenders en 1972.

Carta breve para un largo adiós, 1971

Nuevamente Estados Unidos aparece en la literatura de Handke, pero ahora como horizonte de llegada. Tras un divorcio traumático, el protagonista de la novela decide viajar a esa América donde es posible ser alguien anónimo, reordenar la vida y romper con un pasado atávico. Pero mientras recorre el país con una mujer y su hija, descubre, como Faulkner, que el pasado nunca muere y que su ex va en su acecho, con un revolver.

Ensayo sobre el cansancio, 1989

Una discusión sobre el capitalismo, las relaciones humanas, la soledad partir de un hecho tan común como estar cansado. “¿Por qué te culpabilizas (una vez más)?”, dice Handke hablándose a sí mismo. El cansancio como un estado insalvable, vinculado a un sentimiento de culpa y vergüenza, que levanta una pared de incomunicación con el otro. Pero a la vez, cuando el cansancio se vincula a una sensación de paz puede abrir una puerta impensada a “la empatía como comprensión”.

Los avispones, 1966

En la primera novela de Peter Handke ya se ve el existencialismo antirromántico que será una marca registrada de su obra. Una historia fragmentada situada en la posguerra, que mezcla el registro crudo de Dostoievski con la sátira de Kafka. Como en todo Handke, el motor de la historia es algo que permanece oculto para el lector —y también para los protagonistas—. Handke dice casi al final del texto: “El libro trata de dos hermanos, uno de los cuales, más tarde, buscando solo al otro, que ha desaparecido, se vuelve ciego. En el relato no queda del todo claro qué ha sucedido para que el chico se vuelva ciego, únicamente se dice varias veces que eran tiempos de guerra, pero faltan informaciones detalladas sobre la desgracia, o él las ha olvidado.”

Lento en la sombra, 2012

Con un título magnífico, Handke reúne ensayos sobre literatura, arte y cine. En estos textos se vuelve un crítico culto, sutil, profundo, lúcido: despierto. El hecho de situarse a la sombra de los otros, de estar en un segundo plano, lo acerca a un estado de discreción cercano a la iluminación. Desde allí aborda a figuras como Kafka, Bernhard, Hermann Lenz, Patricia Highsmith, Marguerite Duras, John Berger.

Por Patricio Zunini/ INFOBAE