Maniobras de supervivencia del libro

Una actualización sobre la situación actual en nuestro mundo, el mundo de los libros. Con comentarios de distintos actores de la cadena de producción y venta, incluido nuestro Director Carlos Gazzera.

Una nota del diario La voz del Interior de la edición del día 14/09/2019

La última devaluación sacudió al sector, que tiene entre sus principales insumos al papel, con el precio al ritmo del dólar. La producción sigue cayendo.La venta de ejemplares se derrumbó entre el 20% y el 25% en el último año.
Debacle. Catástrofe. Terapia intensiva. Son algunas de las expresiones que los diversos actores de la cadena de producción y venta del libro argentino utilizan, en voz baja, para graficar el momento que viven.

También se podría usar la imagen de la tormenta perfecta o la metáfora pugilística de estar contra las cuerdas.

Las crisis sucesivas no han dado respiro. La cantidad de títulos publicados no ha dejado de caer desde hace más de tres años, las ventas en librerías se derrumban, y en el último mes la situación se deterioró.

La devaluación que siguió a las Paso del 11 de agosto impactó directamente en el precio del papel, insumo principal de la industria, que se cotiza en dólares. Hubo semanas de parálisis total.

A la ya persistente retracción del consumo se le suman los últimos aumentos de precios en los libros, que se han dado en forma variable según el sello.

“La última devaluación pegó muy fuerte. Eso produjo su traslado al valor de venta”, señala el librero cordobés Rubén Goldberg.

El propietario de Rubén Libros detalla: “Los libros importados fueron los que más rápido aumentaron, con un promedio de 30 por ciento de incremento”. El mismo comportamiento se dio en toda la cadena de importadores. Para hacerse una idea: Tema libre, el último libro del chileno Alejandro Zambra, publicado por Anagrama, de 144 páginas, cuesta $ 1.650.

Las subas han sido dispares en el caso de las editoriales argentinas. “No todas aumentaron sus precios, y las que lo hicieron lo realizaron en un porcentaje menor –describe Goldberg–. Lo que sí se ve es que los nuevos títulos vienen con un precio mayor teniendo en cuenta que toda la cadena de edición sufrió mayores costos, siendo el precio del papel el principal causante”.

En lo que hace a las editoriales cordobesas, en general, han tratado de absorber los aumentos del costo de producción. “Algunas dejaron su precio igual durante el mes de agosto. En lo que va de septiembre algunas están actualizando sus listas”, revela Goldberg. Y añade: “Todo este panorama ha dejado un saldo negativo en las ventas, de modo que el libro no puede escapar a una situación que cubre todo el panorama económico nacional”.

Números en rojo

No fomentar un mal clima es una consigna a la que todos tratan de atenerse, pero los números son demoledores. De agosto de 2018 a agosto de 2019, la baja en la venta de libros está entre el 20 por ciento y el 25 por ciento.

Algunos grupos filtran en off datos que confirman las dificultades que afronta el sector. Desde hace varios años, por la baja del consumo, se vienen achicando las tiradas iniciales, y ahora se estima que la caída en la producción de 2018 a 2019 no se detendrá.

Prudencia en la contratación, prudencia en inversión y en las tiradas. Reprogramación de libros ya contratados. Si antes salían 60 novedades, ahora saldrán 35/40 títulos promedio. Son datos que comunica Planeta, uno de los grupos editoriales de habla hispana más importantes.

La devaluación afectó a la baja la cantidad de novedades, y redujo el número de unidades en reimpresiones, confirma un hombre de Planeta en Córdoba.


Mercado recesivo

Leonora Djament, editora del sello porteño Eterna Cadencia, señala: “El impacto de la última devaluación fue brutal en varios sentidos y dejó al descubierto una vez más algunas situaciones propias del sector editorial”.

“Por un lado –enumera–, las editoriales quedamos (estamos) en mano de las papeleras que venden papel cotizado en dólares. Durante dos semanas no hubo precio hasta que el valor del dólar finalmente ‘se estabilizó’, ese eufemismo que se usa en economía. Por lo tanto, no pudimos imprimir libros durante esas dos semanas. Y una vez que volvimos a tener cotizaciones, la devaluación se trasladó al precio del papel. Por la suba del papel y de las imprentas, tuvimos que aumentar los PVP (precio de venta al público) la semana pasada. Esto en un mercado totalmente recesivo. De todos modos, la baja en la venta de los libros es una anécdota al lado de la baja en el consumo de todos los productos básicos y el aumento de la pobreza”.

El panorama es difícil en todos los frentes. La ventaja que podría otorgar vender libros en el extranjero y facturar en dólares está desactivada. Explica Djament: “Las editoriales quedamos presas de las últimas medidas en relación a las exportaciones: el Gobierno impuso restricciones (ingreso de divisas a 5 ó 180 días) que tienen sentido para las cerealeras pero que son absolutamente inviables para quienes exportamos libros que se venden en el exterior en plazos larguísimos. Así, tanto el mercado interno como el externo se nos vuelven cada vez más complejos”.

Alejo Carbonell, editor del sello cordobés Caballo Negro, asegura que la merma “se notó sobre todo en las ventas al público”. “Los precios ya venían muy caros desde hace meses –señala–, el último cimbronazo lo que hizo fue bajar más aún las ventas porque la gente piensa mucho antes de gastar en un libro. El desierto de los pasillos de la Feria del Libro es una muestra de esto”.

“Lo que estamos haciendo durante todo septiembre es ofrecer en la ciudad de Córdoba, donde tenemos a la gran mayoría de nuestros lectores, todo el catálogo con un gran descuento en varias librerías –suma Carbonell–. Es un esfuerzo que nos deja casi sin ganancias, pero creemos que es fundamental sostener el vínculo con los lectores, un vínculo por el que hemos hecho mucho esfuerzo durante una década y que queremos revalidar”.

“No hemos trasladado al precio final el último aumento que sufrimos a través de los insumos de imprenta –cierra el editor–, pero, lamentablemente, no nos quedará otra en unas semanas más”.

Días de feria

La editora Gabriela Halac, del sello local Ediciones DocumentA/Escénicas, opina que el golpe es duro: “Es un daño que se verá a mediano plazo. Estamos soportando el precio de los libros y eso significará que no podamos reimprimir cuando se terminen. A eso se suma un desgaste profundo en el ritmo de trabajo, que se ve interrumpido de forma permanente y nos exige dejar de hacer lo que deberíamos para volver una y otra vez a pedir un presupuesto que ya no vale y a sacar dinero de donde no tenemos para pagar anticipadamente el papel porque sube. A esto se suma que los escasos apoyos de las instituciones llegan con un retardo importante y tampoco terminan sirviendo para acompañar los procesos de producción editorial”.

Todavía no hay datos sobre el desempeño de las editoriales y librerías en sus stands de la Feria del Libro y el Conocimiento de Córdoba, que arrancó el jueves 5 de septiembre, pero los comentarios no son alentadores. En algunos stands se habla de desastre.

“Por ahora venimos haciendo el plan editorial que nos habíamos propuesto hasta septiembre y estamos evaluando cómo terminar con los libros que quedan para este año –describe Halac–. Estamos evaluando el impacto que, creo, será contundente después de esta Feria del Libro de Córdoba. Hemos subido muy poco el precio de los libros en comparación a lo que deberíamos haber aplicado ya que existe solidaridad con los lectores, pero también una clara desventaja respecto a los sellos grandes, que pueden confiar en la estructura para imponerse en las góndolas”.

Las tiradas más pequeñas no hacen más que agravar la situación y no solucionan demasiado, dice Halac sobre la alternativa de imprimir menos ejemplares como paliativo.

Frente a la inflación

“Lo primero que nos sucedió fue enfrentarnos a la dificultad de operar con la economía de los libros vendidos en consignación a las librerías –añade Halac–. Ese dinero, cuando llega, no significa la posibilidad de hacer más libros. Todo el sistema se vuelve disfuncional frente a la inflación. Para decir algo concreto: no podemos reimprimir los títulos que se agotan porque el tiempo que demoran las consignaciones en llegar al bolsillo de la editorial genera un retraso imposible de soportar con tanta inflación, y todos los precios de quienes son nuestros proveedores (papeleras, imprentas fundamentalmente) aplican los aumentos de inmediato”.

Tener presencia en una feria es una apuesta en la que los sellos medianos y los chicos perseveran, pero también tiene sus riesgos y un alto costo. El stand “Todo libro es político”, que reúne la propuesta de una decena de sellos independientes, supuso el desembolso de $ 82.500.

“Quizás la medida más concreta ha sido participar de la mayor cantidad de ferias posibles para poder realizar ventas directas –explica Halac–. Indudablemente, esto genera un cansancio y una dinámica de mucho riesgo que asumimos siempre nosotros, los editores. Se venda o no se venda, el stand de la Feria del Libro de Córdoba tiene un precio. No importa el nivel de estallido que hay en la plaza, la falta de difusión, la escasez de público. Las instituciones que organizan tienen sus stands gratuitos, pero los independientes pagamos mucho dinero para estar allí”.


La 34ª Feria del Libro y el Conocimiento de Córdoba continúa hasta el domingo 22, con el epicentro en las carpas de plaza San Martín.

Tiempo de resistencia

Martín Maigua, de Editorial Nudista, cuenta que después de la última devaluación algunas imprentas pasaron presupuestos con más del ciento por ciento de aumento. “Es algo insostenible”, enfatiza el editor.

“Nosotros imprimimos la mayoría de los títulos con tiradas on demand y tratamos de cumplir con el plan que nos proponemos para el año –agrega el responsable de Nudista–. Sin embargo, la última devaluación nos hizo reordenar el plan que teníamos para estos últimos cuatro meses del año. Una estrategia a la que hemos dado mucho impulso fue la creación de la Biblioteca Digital, donde los lectores acceden a nuestros libros por una mínima suscripción, y distribuir nuestros e-books en más canales y países. Nuestra apuesta editorial no está centrada sólo en la rentabilidad”.

Los sellos universitarios también acusan el golpe. Carlos Gazzera, editor de Eduvim, la editorial de la Universidad Nacional de Villa María, explica: “Nuestra editorial ha incrementado en el último trimestre entre un 15 por ciento y un 20 por ciento los PVP de algunos de los títulos de 2017 y 2018”.

“Los de años anteriores –continúa– solamente algunos pueden haber sufrido aumentos más altos para atemperar el desfasaje de títulos activos en una misma colección. Siempre y cuando esos títulos sigan ‘vivos’. Aquí es donde ingresa lo particular de un sello como Eduvim. En 2018, el sello vendió al menos cinco ejemplares (en nuestro sello, vender cinco ejemplares es considerarlo título ‘vivo’) de 220 títulos. En ese ancho hay libros de 2014, 2015, 2016,2017 y 2018 (o incluso anteriores). En cualquier otro sello un libro de 2014 puede ser descatalogado o incluso saldado”.

La realidad económica y financiera de una editorial universitaria como Eduvim es diferente a la de un sello comercial o independiente, pero la crisis igual afecta, y mucho: “La editorial debe reducir su número de novedades –detalla Gazzera–, debe ajustar sus tiradas tanto como lo hace todo el sector editorial comercial en la Argentina y debe, fundamentalmente, calcular con precisión el tiempo de financiación de cada título. Pero eso no alcanza”.

Sellos pequeños

Otro de los efectos de la crisis ha sido agravar un estado de vulnerabilidad histórico de los sellos pequeños o independientes, con menos recursos y capacidad de maniobra en comparación con las editoriales de estructuras más grandes.

“Demoledor” es la palabra que elige para evaluar el impacto de la última devaluación la editora Barbi Couto, de Ediciones de la Terraza, un sello cordobés que se dedica a los libros ilustrados, la mayoría a color, y que suele recurrir al crowfunding y a la preventa para financiar sus proyectos.

“Para los sellos independientes, el estado de fragilidad es algo a lo que estamos acostumbrados –describe Couto–. Pero a ese estado casi natural se suman la crisis, el aumento del papel, la recesión y la baja de consumo que es casi total. Lo primero que uno corta cuando está ajustado son los consumos culturales y de entretenimiento. Todo se reduce a los consumos de supervivencia”.

Creatividad a la hora de obtener recursos, presencia en ferias, búsqueda de apoyo en fondos de estímulo o convocatorias son las estrategias del sello. “También confiamos en la red de comunidad que nos ha ido acompañando estos años, y que cuando sacamos un título tienen un interés genuino en colaborar”.

“Estamos en un contexto de resistencia –asegura la editora–. Hace unos años tomé una frase de cabecera que dice que a veces resistir es no retroceder. Creo que veníamos resistiendo, y lo último que pasó hace que esa resistencia sea casi épica”.

Datos de una industria en problemas

La Cámara Argentina del Libro alerta sobre la crisis.

43 millones de libros menos se editan con respecto a 2015. En tres años y medio, se redujo a la mitad el número de ejemplares.

129 millones fue el pico de ejemplares vendidos en el año 2014. El anterior pico se había producido en 2011, con 103 millones.

7 por ciento es la participación de Córdoba en la industria nacional en los últimos dos períodos. En 2016 llegaba al 6 por ciento.

Los datos que hablan por sí mismos

Diana Segovia, gerenta de la Cámara Argentina del Libro, respondió algunas preguntas para determinar el estado de situación de la industria.

Este 2019 todavía no tiene cifras anuales para comparar, pero hay una caída grande respecto del año anterior, del orden del 20 por ciento (de acuerdo con el primer semestre).

En 2018, la venta de ejemplares fue de 43 millones, la mitad de lo que se vendió en 2015, y aún más lejos de los 129 millones que se vendieron en 2014, récord desde 2008.

–¿Cómo evalúan el impacto de la crisis que arrastra el sector, a lo que se sumó la última devaluación?

–La crisis es estructural, son más de tres años de caídas acumuladas en la producción y en las ventas de libros. Los bienes culturales son los primeros que se resienten cuando hay caída en el consumo. Esto, sumado a una menor intervención en las compras institucionales, generó caídas mayores. Actualmente se produce la mitad de ejemplares que se producían en 2016 y en las ventas la caída acumulada es de un 30 a un 40 por ciento. Frente a cada devaluación esto se agrava porque uno de los insumos más importante es el papel y cotiza en dólares.

–¿Tienen cifras que reflejen la caída de la producción, del descenso en la cantidad de títulos impresos y vendidos?

–En 2015 se producían 83 millones de ejemplares y en 2018 se produjeron 43 millones. Y en 2019 sigue cayendo. La tirada promedio en 2015 era de alrededor de 3.000 y ahora es de 1.750. Todo el sector se redujo y en general se perdió un 20 por ciento del empleo formal y una parte importante del empleo tercerizado.

–El diario “La Nación” publicó que la Cámara Argentina del Libro prepara propuestas para elevar a los candidatos presidenciales.

–El sector se encuentra atravesando una crisis importante con cierre de librerías y editoriales pyme que en parte obedece a problemas macroeconómicos, caída del consumo, pérdida del poder adquisitivo, falta de financiamiento. Por ello, se necesitan medidas urgentes que trascienden al sector y que son compartidas por todas las empresas pyme (impositivas, acceso al crédito, etcétera). Por otra parte, medidas específicas para el sector que tienen que ver con la promoción del libro y la lectura, protección del canal librero, promoción de las exportaciones de libros, dotación de libros para las escuelas y bibliotecas. Políticas de promoción y apoyo al sector en sus dos vertientes: como industria económica, generadora de empleo de calidad, y como productor educativo y cultural.

Una carta al futuro presidente

“En medio de la crisis que atraviesa el país y conscientes de sus urgencias, las, los y les escritores creemos que la implementación de políticas públicas federales tendientes a proteger al sector y a les escritores como trabajadores es una tarea imprescindible”, dice el primer párrafo de una carta dirigida al Futuro Presidente de Argentina.

“Sostenemos la necesidad de asegurar la libre circulación de la cultura, sin condicionamientos ideológicos, de género ni religiosos, que garantice la pluralidad de voces”, continúa.

La firman un enorme conjunto de autores argentinos (Guillermo Martínez, Ana María Shua, Juan Sasturain , Reynaldo Sietecase, Liliana Heker, Guillermo Saccomano, Florencia Etcheves), que conformaron una asamblea autoconvocada a instancias de Claudia Piñeiro, Julián López y Sergio Olguín, entre muchos otros. Desde Córdoba adhieren María Teresa Andruetto, Eugenia Almeida, Perla Suez y Luciano Lamberti, entre otros.

Como punto de partida, la carta propone cuatro ejes en defensa de la cultura nacional:

  • Restitución del Ministerio de Cultura; apoyo a la Creación del Instituto Nacional del Libro (INLA); políticas activas por parte del Estado de promoción y fomento del libro y la lectura; revisión de las condiciones tributarias, previsionales y de seguridad social de los, las y les escritores.

Apoyo

Más de 300 escritores, escritoras y otros actores del campo cultural ya dieron su apoyo al documento público, que puede firmarse enviando un correo a la dirección: adhesionesasamblea@gmail.com.

El Instituto del Libro se debate en la feria

La 34ª edición de la Feria del Libro y el Conocimiento de Córdoba será una instancia más de puesta en común y debate sobre el proyecto de ley que prevé la creación del Instituto Nacional del Libro Argentino.

El próximo martes, editores, autores y libreros trabajarán en comisiones sobre diferentes aspectos de la ley. Por la tarde, el investigador Alejandro Dujovne, uno de los principales redactores del proyecto, brindará una charla.

La iniciativa ingresó a la Cámara de Diputados de la Nación en abril de 2019, luego de un año de intenso trabajo que recogió los puntos de vista de prácticamente todos los sectores que componen lo que Dujovne denomina “el complejo mundo del libro argentino”.

El ente previsto por la ley, como ya lo hacen el Instituto Nacional de Cine y Arte Audiovisuales (Incaa) y el Instituto Nacional de Teatro en sus disciplinas, se propone incentivar, difundir y proteger al libro nacional.

“A partir de su ingreso a la Cámara creció el conocimiento público y el interés en el proyecto, y por lo tanto también las discusiones y los aportes. Esto nos permitió seguir trabajando y mejorando el proyecto”, señala Dujovne.

Y añade: “Me gustaría observar algo que suele pasar inadvertido: al no ser un proyecto que apunte a un solo sector del libro, como pueden ser los editores, los escritores o los libreros, por mencionar los más representativos, sino que busca tener una mirada de conjunto, tener efectos positivos reales y alcanzar un alto grado de consenso, su armado exigió encontrar equilibrios entre intereses que pueden llegar a ser muy divergentes. Esta fue y continúa siendo una tarea de mucho diálogo, escucha, y aprendizaje de todos los sectores involucrados”.

El proyecto fue derivado a las Comisiones de Cultura y Presupuesto. “En este momento se encuentra en la primera comisión –cuenta Dujovne–, donde nos topamos con la resistencia del oficialismo que, a través de un proyecto alternativo formulado sin diálogos ni consensos, está dilatando su tratamiento”.

No obstante, el investigador considera que el proyecto va a ser aprobado, ya que cuenta con el amplio y decidido apoyo de los sectores que intervienen en toda la cadena de creación, difusión y venta del libro argentino.