En un año que premió la literatura hecha por mujeres (Mariana Enriquez, Selva Almada y María Gainza fueron premiadas) y consagró a Camila Sosa Villada como una autora de masas. Novela y poesía marcan el pulso de una oleada de escritoras sobre las que el mercado posa el ojo y el público acompaña.
Permafrost, Eva Baltasar (Literatura Random House)
“Todo en ella proclamaba feminidad: la cabeza rapada y rubia como un coño recién rasurado, los ojos de hielo roto, los pechos largos y constantes como lenguas en reposo sobre la gradería de sus costillas. Su lengua era otra persona, esclava de mi placer, que convivía con ella”, escribe la protagonista de Permafrost. Esta primera novela de la poeta catalana Eva Baltasar, devenida boom de ventas en España el año pasado, relata diversos momentos en la vida de una lesbiana relativamente joven, sensualísima, dueña de un gran sentido del humor. Eso sí, nada de enamorarse. No es que le tema al amor romántico sino a cualquier grieta por donde se filtre el amor a secas. Y es que ella se piensa a sí misma como una capa del subsuelo terrestre congelada de manera permanente. Cada capítulo es la exploración de una zona que se derrite y que la acerca a un centro de ternura inconcebible.
Contéstame, baila mi danza, Diana Bellessi, comp. (Salta el Pez Ediciones)
Esta mítica antología bilingüe de poetas norteamericanas se editó por única vez en nuestro país en 1984. Por eso su reedición es, literalmente, un gesto de justicia poética. En aquella oportunidad, Bellessi tradujo a Muriel Rukeyser, Denise Levertov, June Jordan, Diane Di Prima, Adrienne Rich e Irena Klepfisz, Además, incluyó el ensayo de Barbara Deming “No podemos vivir si nuestras vidas: perspectivas en la lucha de las mujeres”. Aquel universo ahora se amplía con la inclusión de un total de 13 poetas. “Voces que creen en la modificación del mundo y de la vida personal, alertas al pulso de la historia, a la delicada humanidad que se despliega en construcciones culturales diferentes. Por lo tanto, voces ‘fuera de la ley’ del discurso canonizado. Con ellas he construido mi linaje”, dice Bellessi en el prólogo del rescate poético más importante del año.
Corazón que ríe, corazón que llora, Maryse Condé (Impedimenta)
En su infancia Condé, oriunda de la isla caribeña de Guadalupe, era obligada a ir a la plaza junto a sus padres, burgueses que admiraban la Francia colonizadora y detestaban el vulgo local. Allí conoció una niña rubia que la azotó varias tardes aunque nadie parecía verlas. “Te lo merecés por negra”, decía la niñita. “Hoy me pregunto si aquel encuentro no sería cosa de la magia. Mi tierra alberga en su interior tantos odios antiguos, tantos miedos aún si cicatrizar que me pregunto si esa niña y yo no habremos sido las reencarnaciones del negrero y su negro”, escribe Condé en un capítulo de Corazón que ríe, corazón que llora. Esta memoria autobiográfica, editada por primera vez en español, permite recuperar la frondosa obra de esta gran escritora de 82 años que ganó el denominado “Nobel alternativo” en 2018, donde los cruces entre raza y género son alquimia para historias cautivantes.
Ese verano a oscuras, Mariana Enriquez (Páginas de Espuma)
De manera paralela a Nuestra parte de noche, la novela que ganó el Premio Herralde y que con toda justicia es uno de los libros del año, se publicó este texto ilustrado por la española Helia Toledo que bien puede ser una puerta de entrada para la obra de Enriquez, donde lo horroroso convive con lo cotidiano. El verano de 1989 transcurre en medio de una crisis económica pavorosa, con cortes de luz y ferias. Dos chicas adolescentes sobreviven fumando porro, escuchando música y leyendo historias de asesinos seriales. Hasta que un tipo del edificio donde viven asesina a su esposa y su hija. El crimen, espectacular y macabro, tiñe la abulia cotidiana de una sociedad agotada de pavor. El femicida no es un monstruo lejano: es el mismo que saludaba desde lejos y que en cualquier momento puede retornar.
Los cuentos de Linnet Muir, Mavis Gallant (Eterna Cadencia)
“Negativa, derrotista y subversiva son tres de las cosas que te han advertido que no debes ser. Las otras son sediciosa, obscena, oscura, irónica, intelectual e impulsiva”, dice Linnet Muir sobre las instrucciones que recibió cuando empieza a trabajar en un diario durante la segunda guerra mundial. Nacida en Canadá en 1922, su creadora, Mavis Gallant, fue enviada como pupila a un colegio francés a los cuatro años. Las huellas de esa soledad recorren su obra; incluso estos cuentos que, según dijo, son una síntesis de las muchas mujeres que fue. Es dueña de una pluma cáustica y elegante, como evidencian los relatos que empezó a publicar en The New Yorker en los cincuenta y que escribió hasta su muerte, en 2004. Con esta serie traducida por Inés Garland, lxs lectorxs locales tienen acceso por primera vez a una escritora que maravilló a Margaret Atwood y Alice Munro.
Por Ivana Romero en Las12 para Pagina 12.